Quienes somos parte de “QueMecontas?” no somos indiferentes a que el organismo donde trabajamos todos los días esté negociando un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El estado argentino adscribió a ese organismo en 1956, por medio de un decreto de “la fusiladora”, la dictadura que nació del golpe de estado que derrocó en 1955 a J. D. Perón. Los acuerdos con el FMI cada vez que se firmaron implicaron un viraje o un reforzamiento de la subordinación a Estados Unidos, sea en forma de aceptación de las políticas de ajuste del gasto, rebaja de salarios estatales, congelamiento de la Planta Permanente, tarifazos, devaluaciones, rebaja de jubilaciones, privatizaciones o incluso la vigilancia directa de las políticas públicas. Cuando se firma un acuerdo con el Fondo, burócratas que nadie votó pasan a aprobar o desechar cada política en función de sus propios intereses. Además, se impone la búsqueda de generar “clima de negocios”, eufemismo para explicitar que se buscará favorecer siempre a los empresarios, ante cualquier diferendo legal o protesta obrera y popular. La represión pasa a estar a la orden del día y se promueven las privatizaciones y evitar todo conflicto con los grandes propietarios. Las idas y vueltas como con Vicentín y la Hidrovía quedan ya en el olvido: adios perspectivas de mayor involucramiento estatal en la economía.
El acuerdo con el FMI implica asumir que lo central del país es su sector exportador, sea el sector agrario o los sectores que puedan surgir de la mano de la inversión externa (como los grandes proyectos mineros, las granjas porcinas u otros), a la que se le garantiza que no se le subirán impuestos junto con un tratamiento siempre preferencial. Significa priorizar el pago a especuladores financieros y a las grandes potencias en detrimento de la deuda al interior del país. ¿En qué “cronograma de pago” figura la devolución del 30% del salario de los estatales que nos recortaron en los últimos 4 años? ¿Y las jubilaciones dignas en qué año se van a pagar? La recuperación económica, la creación de puestos de trabajo, obra pública, la salud, la educación, las políticas contra la violencia machista, todo pasa a un plano secundario.
Si bien aún mantienen en secreto la letra chica del acuerdo, conocemos al FMI y sabemos que no hay forma de que sea positivo. Si hay alguna condición que se relaja, sea un porcentaje más de déficit o que no se implemente una nueva reforma previsional o laboral (por ley), será sólo porque ya los últimos 4 años se ha hecho ese trabajo sucio. Las imposiciones que el FMI trae bajo el brazo no son pasajeras: Por poner solo un par de ejemplos, en los 90s el congelamiento de vacantes llegó para quedarse y todavía se vota año a año en las leyes de presupuesto. De cientos de empresas públicas privatizadas en aquellos años, se cuentan con los dedos de la mano las que volvieron a manos del Estado.
¿Hay alguna alternativa que no implique “caerse del mundo”? Si…Suspender los pagos, investigar a fondo todo el proceso de endeudamiento, unir internacionalmente a los países que están pasando por crisis de deuda (¡más de 100!), y poner todos los recursos estatales al servicio de una recuperación económica y social. No sería un camino fácil pero tampoco lo es un acuerdo con el FMI y su reguero de miseria.
Si bien aún mantienen en secreto la letra chica del acuerdo, conocemos al FMI y sabemos que no hay forma de que sea positivo. Si hay alguna condición que se relaja, sea un porcentaje más de déficit o que no se implemente una nueva reforma previsional o laboral (por ley), será sólo porque ya los últimos 4 años se ha hecho ese trabajo sucio. Las imposiciones que el FMI trae bajo el brazo no son pasajeras: Por poner solo un par de ejemplos, en los 90s el congelamiento de vacantes llegó para quedarse y todavía se vota año a año en las leyes de presupuesto. De cientos de empresas públicas privatizadas en aquellos años, se cuentan con los dedos de la mano las que volvieron a manos del Estado.
¿Hay alguna alternativa que no implique “caerse del mundo”? Si…Suspender los pagos, investigar a fondo todo el proceso de endeudamiento, unir internacionalmente a los países que están pasando por crisis de deuda (¡más de 100!), y poner todos los recursos estatales al servicio de una recuperación económica y social. No sería un camino fácil pero tampoco lo es un acuerdo con el FMI y su reguero de miseria.