El año que terminó nos dejó aumentos de combustibles, bienes de consumo cotidiano con “precios cuidados” que convalidaron importantes incrementos, y el año que comenzó nos trajo nuevas tarifas. Sin embargo, estos importantes aumentos no agotan el deterioro posible en nuestros ingresos.
La devaluación de los últimos días puede desatar una nueva tanda de aumentos, sea en el sector energético (es sabido que el Gobierno aspira a reducir los subsidios que venía otorgando), o en otros sectores donde los empresarios van a querer evitar perder poder adquisitivo. En este panorama, tanto el Gobierno como los sectores empresariales van a querer que nuestros salarios sean la variable de ajuste.
Los estatales venimos de años de recibir aumentos por debajo de la inflación. De nuestra capacidad de organización depende la posibilidad de romper ese círculo negativo para nuestra calidad de vida. Esa tarea va a ser especialmente dura en este año de puja aún más marcada.
¡No nos quedemos de brazos cruzados! ¡Luchemos para evitar que los trabajadores y trabajadoras seamos la variable de ajuste!
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