viernes, 22 de noviembre de 2013

Camino al Encuentro Nacional de Mujeres, reflexionando sobre cuestiones de género

Compartimos un artículo que escribimos al reflexionar sobre distintas cuestiones relacionadas con nuestras existencias como mujeres. No es algo completamente cerrado, te invitamos a discutir y poder ampliar en futuras notas las distintas temáticas que aquí se mencionan.
Los temas que tratamos y la forma de hacerlo tiene como intención inquietar, molestar y servir de puntapié para la discusión en nuestros trabajos. No son un punto de llegada, sino de partida. Escribinos y hacenos llegar tu opinión!
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¿Qué te pasa, estás indispuesta?”, “Bueno, pero mirá como se viste… como para que no le digan cualquier cosa en la calle”, “¡Que buena está esa mina! Pero es una descerebrada”, “Si es jefa seguro que se volteó a alguno”, “Ustedes las minas son muy vuelteras”.

¿Cuántas veces hemos escuchado frases como estas en nuestros espacios laborales? ¿Cuántas veces, incluso, las hemos utilizado casi sin percibir lo estigmatizante que resultan? La realidad es que el rol de la mujer en el espacio laboral se condice con la posición a la que siempre se sometió al colectivo al que pertenece.

Las mujeres sufrimos ataques verbales a diario: pensemos en las charlas durante los almuerzos laborales con nuestrxs compañerxs y rápidamente notaremos la objetivación y cosificación que suele originarse en los diálogos (“¿Viste que Insaurralde se come a la Cirio? ¡Qué buena que está!”), donde la mujer suele ser un acompañamiento de la figura masculina del momento y no tiene motivaciones propias. Esto no es otra cosa más que el resultado de una construcción social que se traspola a todos los ámbitos de la vida cotidiana. La mujer puede ocupar, bajo esta premisa, dos posiciones: o la esposa aburrida o la prostituta sexy. Repensemos también nuestros espacios de trabajo y los roles: ¿quiénes son lxs secretarixs y quiénes lxs asesorxs?


Particularmente en nuestro lugar de trabajo, la voz del hombre suele prevalecer por sobre la de las mujeres; incluso, cuando ella se destaca, se cree que está reproduciendo la idea de un hombre, o bien, que está intentando ocupar ese lugar. Si una mujer tiene un puesto jerárquico, se autoestigmatiza ubicándose en un rol de macho alfa que “no le es propio”. Esto da lugar a pensar la dominación de género ya no como una cuestión sólo genital, sino como una construcción social de roles a los cuales uno debe responder acorde a como ha nacido.

Suele creerse que lo femenino está vinculado al plano emocional, descriptivo y sensible, mientras que lo masculino se avoca a la capacidad analítica, de razonamiento y construcción teórica; en otras palabras, la mujer está relegada a lo privado y el hombre a lo público, comprendiendo lo privado como el hogar y lo público como la política, lo social y lo económico ("En casa tenemos los roles bien definidos; ella sabe que en lo que tiene que ver con la casa yo no me meto y en la política, el que manda soy yo", dijo Massa.). Desde este colectivo de trabajadorxs consideramos esto falaz: el mundo no es dicotómico y la esfera privada también es política.

Vivimos en una sociedad donde se considera a la mujer como objeto de reproducción; en nuestrxs trabajos se la vincula con lo maternal, ya sea por la presencia o por la ausencia: o bien es la madre tierna que convence al jefe de una idea, o es la piba iracunda a la que no hay que darle bola porque está menstruando. En esta línea, se ha relegado siempre el cuidado de los hijos durante el horario laboral a las madres y no a los padres, al igual que las salidas para el cuidado de la salud de los hijos y la licencia por maternidad, pero no sucede en el caso opuesto. Dado esto, nuestra propuesta es recuperar un espacio de recreación materno-paternal como una lucha que nos incluye a todos los trabajadores, sean estos madres o padres.

Siguiendo este razonamiento, las mujeres continúan sufriendo una doble explotación laboral: trabajan gratuitamente en el cuidado del hogar y la familia, y son contratadas en peores condiciones laborales que los hombres, sólo por el hecho de ser mujeres. Es importante remarcar que las mujeres también sufren la precarización, la tercerización y los salarios mínimos junto con los hombres, pero se le agrega que el hecho de ser mujer les pone un techo a su desarrollo laboral que no lo poseen los hombres: el “techo de cristal”.

Según la Doctora en Psicología Clínica Mabel Burín, “Se denomina techo de cristal a una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que nos impide seguir avanzando. Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar.”


Es sólo una cuestión de chicas? ¿Quiénes son las chicas?

La reivindicación y lucha por la igualdad de derechos de las mujeres no es algo que sólo ellas deban cuestionar. Bajo la dicotomía hombre-mujer, ellos también cargan con las imposiciones del patriarcado y sufren la heteronorma que les exige ocultar su sensibilidad, su escucha y su empatía –hasta, incluso, su sexualidad- para no perder los privilegios de su rol en la sociedad.

Este sistema simbólico-cultural al que llamamos patriarcado, que no es otra cosa que una construcción social histórica de la cual se sirve el capitalismo, legitima una norma de dominación: el hombre blanco heterosexual, a partir de la cual define y domina a quienes están por fuera, incluyendo no sólo a mujeres heterosexuales sino también a gays, bisexuales, transexuales, transgéneros, queers, lesbianas, etnias, etcétera como los raros, distintos e, incluso, enfermos.

¿Y ahora qué hacemos?

Como colectivo de trabajadores y trabajadoras del Mecon cuestionamos lo normal y creemos que es necesario darle continuidad a nuestros debates y talleres para visibilizar muchas de las discriminaciones que sufrimos todos, pero principalmente las mujeres, en los espacios de trabajo. En estos, surgen nuevas preguntas y creemos que es necesario que todos nos involucremos en la búsqueda de alternativas a las problemáticas cotidianas.
Es por ello que fijamos como próxima fecha de reunión al Encuentro Nacional de Mujeres, al que invitamos a todas a participar junto a nosotras.
¡Momento! ¿Qué es el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM)?


Desde 1986, mujeres de todas las edades y de todo el país, sin importar la ideología, religión, clase social, motivación o identidad sexual, nos reunimos para participar en talleres y discusiones sobre las problemáticas que nos afectan como colectivo.
Entre las temáticas abordadas nunca faltan las discusiones sobre aborto legal, seguro y gratuito, educación sexual, trata de personas, prostitución, políticas propositivas al respecto, violencias, etcétera. Es decir, en todos los espacios donde participamos a diario.
Este año, el vigésimo octavo encuentro, nos juntamos en San Juan el 23, 24 y 25 de noviembre y queremos invitarlas a debatir con nosotras. Escribinos a quemecontas@live.com.ar y demos la disputa como trabajadoras del Estado.
Si querés saber qué talleres realizaremos este año, te invitamos a entrar en http://28encuentronacionaldemujeres.es.tl/TALLERES.htm.

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