A fin del año pasado la
inflación ya se hacía sentir sobre los salarios. La devaluación
vino con “yapa” y volvió a pegar sobre nuestros sueldos. Estamos
pasando el mes de julio y notamos con inquietud que no aparecen las
respuestas. Lo notamos cuando el mes se hace cada vez más largo.
Cuándo la guita no alcanza y al charlar con nuestros compañeros/as
nos damos cuenta que es un problema generalizado.
Mientras en el
Ministerio de Economía avanza el proceso de organización que se
potenció desde la recuperación de la Junta Interna de ATE, mientras
hay ruidazos e iniciativas para hacer valer nuestras necesidades, los
funcionarios están en otra.
Más allá de la valoración que se pueda hacer sobre acuerdos como el firmado con Repsol o el Club de París (cabe preguntarse si ese es realmente el camino para el desarrollo económico), es llamativo que para algunas cuestiones se destinen muchas horas de negociación y miles de millones de dólares y para los trabajadores no haya respuestas certeras de algo que se podría resolver en poco tiempo y con pocos recursos.
Somos los trabajadores y trabajadoras quienes hacemos que este
Ministerio funcione, que se garanticen los pagos que se hacen, que los
funcionarios cuenten con información precisa en sus reuniones o
exposiciones, de la elaboración del presupuesto nacional, entre otras
tantas cosas.
Ese trabajo merece hacerse con salarios dignos. En tanto
este organismo siga siendo de los peores remunerados de la
administración pública, no tendremos otra alternativa que la de hacer
oir nuestros reclamos.
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